Desde que te fuiste, he estado más tranquila, no desespero al pensar en ti, incluso, mi corazón se ha ido calmando, a tal punto de no escuchar su latir.
A través de pequeñas lágrimas te recuerdo, durante el día, quisiera contarte mis cosas, quisiera saber tu opinión, quisiera sentir tu apoyo.
Me siento triste al pensar en todo lo que podíamos lograr, pero la vida no son suposiciones, si no seguimos juntos es porque así debía ser.
Yo estoy tranquila y acostada, pero tu recuerdo se manifiesta como un sonido lejano en mi pensar.
Como si dentro de la casa, estuviera leyendo un libro, pero aún así, una llovizna fuera me distrajera; me hace parar de leer, me hace levantarme y ver por el cristal.
Cómo añoro la lluvia, cómo quisiera que las gotas, que el rocío me estuviera mojando, pero no, no puedo salir, me hará enfermarme, me hará sentirme mal por un buen rato.
Te admiro mientras veo la lluvia, no puedo parar todo por tí, así que vuelvo al sillón y continúo la lectura. Lo único que me queda es esperar que pasen las nubes grises, y la luz vuelva a brillar. Espero, con calma, escuchando la llovizna a través de mi ventana.